
Carajo
Muestra pictórica de Diego Muñoz
Museo Pumapungo, 2025








Ficha Técnica del Artista
Nombre: Diego Muñoz
Año de nacimiento: 1980
Lugar de nacimiento: Cuenca, Ecuador
Disciplina artística: Pintura
Técnicas y materiales: Óleo, acrílico, pintura fluorescente, resina, bordado, textiles, medios mixtos
Estilo: Arte contemporáneo con fuerte influencia de la cultura popular, estética kitsch y simbología tradicional ecuatoriana.
Temas recurrentes: Identidad, cultura popular, memoria colectiva, ironía social, visualidad urbana.
Formación y trayectoria: Formando en la Facultad de artes de la Universidad de Cuenca. Ha desarrollado obras individuales y colaborativas, y ha trabajado con comunidades en procesos de arte participativo y proyectos sociales. Su trabajo ha sido expuesto en museos, galerías y espacios comunitarios a nivel nacional.


Entierro. Diego Muñoz, 2025
Trayectoria expositiva de Diego Muñoz
1. Ishkay Shunku (2010, Arte Actual FLACSO, Quito)
La exposición "Ishkay Shunku", que en kichwa significa "dos corazones", presentó una serie de pinturas fluorescentes que exploraban la dualidad de la realidad social ecuatoriana. Mediante el uso de luz negra, las obras revelaban mensajes ocultos, abordando temas como la violencia, la injusticia social y la política nacional. La muestra combinó imágenes cotidianas con textos tipo grafiti, creando una narrativa que confrontaba al espectador con las diferentes facetas de la vida urbana. Fuente: Diario El Comercio
2. Cromo de Héroe (2015, Cuenca) (2014, MAAC, Guayaquil)
En "Cromo de Héroe", Muñoz abordó la construcción de la figura heroica en la cultura popular ecuatoriana. La muestra combinó elementos gráficos y narrativos para reflexionar sobre la identidad y los íconos nacionales, utilizando una estética colorida y elementos del cómic.
3. Dentrre Adentrro (2012, Sala Goethe, Asociación Humboldt, Cuenca)
Esta muestra se centró en la representación de la cotidianidad ecuatoriana, destacando elementos como la vestimenta típica, los mercados y las calles. Muñoz utilizó materiales como cintas, lentejuelas y billetes para crear collages que reflejaban la realidad del país. La exposición abordó temas como el coyoterismo, la religión y la corrupción, presentando 39 obras que combinaban lo lúdico con una crítica social incisiva. Fuente: Diario La Hora
4. Carajo (2025, Museo Pumapungo, Cuenca) /
La exposición "Carajo", abierta hasta el 20 de mayo de 2025, representa una síntesis de la evolución artística de Muñoz. La muestra incluye obras de gran formato que destacan por su uso intensivo del color y la fluorescencia, elementos característicos del artista. Además, se observa una representación detallada de la figura humana y un discurso centrado en la cultura popular y campesina, consolidando su posición en la pintura contemporánea ecuatoriana.






Naturaleza y manos negras. Diego Muñoz, 2025
La exposición Carajo del artista cuencano Diego Muñoz, inaugurada el 20 de marzo de 2025 en el Museo Pumapungo, ofrece una interpretación de los estados culturales del Ecuador a través de escenas populares llenas de color, alegorías e ilustraciones que evocan la cotidianidad y las tradiciones. Fuente: Diario El Mercurio
Ver Carajo es entrar en un campo minado de color y materia. Diego Muñoz lleva años desarrollando una estética del exceso, del color fluorescente como forma de resistencia, del humor como método de subversión. Pero esta vez hay algo más. Hay una evolución técnica visible: el cuerpo aparece con otra fuerza, las figuras humanas ya no son meros soportes para el estallido visual, sino que se han vuelto protagonistas narrativos, casi esculturas hechas de pintura.
Podrá observarse una serie de 20 obras de pequeño, mediano y gran formato que condensan el universo de Muñoz: cultura popular, referencias campesinas, psicodelia visual y, por supuesto, ironía. Una de las obras centrales reinterpreta una pintura de Joaquín Pinto, en la que originalmente se representa una cara rodeada de ajos. En su versión actualizada, Muñoz coloca a una mujer indígena en el centro de la composición, reflejando la evolución y resignificación de la cultura ecuatoriana desde una perspectiva más amplia.
Lo que llama la atención en esta muestra no es solo la fidelidad al estilo, sino su transformación. La obra ya no busca únicamente impactar al ojo con su habitual bombardeo cromático, sino que va más allá: nos invita a detenernos, a leer entre los gestos y los colores, a observar el cuerpo como territorio político, simbólico y sensible. Hay un diálogo más consciente entre técnica y discurso, entre forma y sentido. Y eso —aunque no lo diga en voz alta— es también una toma de posición.
El curador de la exposición, Julio César Abad Vidal, destaca la capacidad de Muñoz para fusionar las prácticas artísticas contemporáneas con las populares sin caer en superficialidades. Según Abad, la obra del artista desafía el gusto y los convencionalismos, exponiendo la hipocresía y la miseria con un cromatismo cálido que, paradójicamente, ofrece consuelo.
Desde lo visual y técnico, CARAJO representa una consolidación en el oficio pictórico del artista. La figura humana irrumpe con fuerza: cuerpos que no son decorativos, sino centrales; gestos que no buscan belleza sino sentido. Muñoz ha afinado su manejo del volumen, la anatomía y la composición, sin perder la espontaneidad que caracteriza su trazo. El uso de pintura fluorescente y materiales mixtos continúa como parte de su sello, pero con una intención más dirigida: ya no se trata solo de saturar el campo visual, sino de activar una experiencia física en el espectador. Hay textura, hay densidad, hay carne pictórica.
Lo semántico se articula desde una posición clara: el arte como testimonio del pueblo, pero no desde una mirada folclorizante. Las imágenes recuperan elementos gráficos, simbólicos y materiales de la cultura popular ecuatoriana, pero los sacuden del encierro decorativo. Las vacas, los santos, las mujeres, las aves, los cuerpos: todo está ahí, pero fuera de su lugar habitual. Se vuelve política la fiesta, se vuelve ritual el gesto, se vuelve mito el instante. Hay una constante tensión entre lo íntimo y lo colectivo, lo campesino y lo urbano, lo mágico y lo crítico. En ese cruce, Muñoz logra construir una poética de la contradicción: nada es lineal ni simple, todo es simultáneamente celebración y herida.
Desde lo poético-crítico, CARAJO funciona como una puesta en escena emocional del país: un país saturado, brillante, herido, desigual, irónico. Pero también tierno. No hay cinismo aquí, sino ironía lúcida. No hay melancolía, sino memoria encendida. Cada obra parece hablar desde el presente, pero con ecos antiguos, como si dijeran: "hemos sobrevivido así, a punta de color, risa y rabia".
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